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El camino de la memoria

En » Días y noches de amor y de guerra» me pregunté: «¿ Nos dará permiso la memoria para ser felices?». Todavía no tengo respuesta.

En una novela de una escrito norteamericana hay un bisabuelo que se encuentra con su bisnieto. El bisabuelo no tenía niguna memoria porque la había perdido. Estaba gagá. Sus pensamientos tenían el color del agua. El bisnieto no tenía ninguna memoria porque estaba recién nacido. Cuando estaba leyendo esa novela pensé: » Esa es la felicidad perfecta»

Pero no la quiero.

Quiero una felicidad que nace de la memoria y contra ella combate. Que proviene de la memoria y de la experiencia y que está de ella adolorida, que está de ella herida, está por ella lastimada, pero que a partir de ella camina. No es la memoria como ancla sino la memoria como catapulta, no la memoria como puerto de llegada sino como puerto de partida.

Hay una tradición indígena americana que exísita en las islas del Pacifico, en Canadá y también en otras comunidades como Chiapas, en México. Consiste en lo siguiente: cuando el maestro alfarero va a dejar el oficio porque ya  las manos le tiemblan y los ojos ven poco, entrega en una ceremonia su vasija mejor, su obra maestra, al alfarero joven que empieza.

El aprendiz recibe esa vasija perfecta y la revienta contra el suelo en mil pedacitos. Recoge esos pedacitos y los incorpora a su propia arcilla.

Esa es la memoria en la que yo creo.

Perfectamente Imperfecta

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Pero todo comenzó cuando caminando por el bosque de paraguas me encontré con la inspiración… y un buen rato estuve con ella… charlando de los temas mas variopintos… buscando la razón de porque estábamos perdidos en el medio de ese laberíntico bosque lleno de paraguas… y es que la solución no aparecía por ningún lado… surgió la imaginación… que también andaba un poco liada por aquel bosque… y sin pedir permiso se metió también en la conversación… tanto charlar que pasaron las horas como minutos… y claro nada habíamos resuelto… seguíamos en medio de aquel berenjenal o paragual… una suave brisa pasó en ese momento… fueron los aires de la sin razón los que nos dijeron con un suave tono que si queríamos salir de tal embrollo deberíamos darle a todo la vuelta y cambiarlo de color…

Así fue como con siete cubos y 3 brochas… la inspiración, la imaginación y yo pintamos todo de arriba abajo… para ver si veíamos las cosas mas claras o simplemente constatar que teníamos algún problema de visión…

Así el verde esperanza de las hojas se a transformado en rojo pasión… el cielo es amarillo tirando a marrón… mientras que la tierra que piso es celeste como el hielo…

No soy quien para cambiar el color de las cosas…

Cuando la naturaleza lo pinto le quedó mucho mejor…

Ahora toca… sentarse… cerrar los ojos y descansar…

Mientras el mundo comienza a girar otra vez a mi alrededor…

Al pensar porque lo hicimos… la única respuesta que me viene a la cabeza…

Porque nos lo dijo la sin razón…

Que aparece derrepente… y no te deja otra opción…

Perfectamente Imperfecta